Camino Francés a pie con David Gil y Gerardo. 1ª parte. Camino 2024-13

«OTRO PUNTO DE VISTA»

Ayer finalizó la primera parte de esta aventura que prometía ser dura y emocionante y al final resultó ser durísima y emocionantísima. Hoy, con 24 horas de retraso, publico la crónica final. La razón de la demora se llama SITI. Los que habéis seguido nuestras peripecias durante estos 15 días sabéis de sobra quién es. Para los que no la conozcáis, diré que es un ser indescriptible; alguien que, en los pocos meses que tiene de vida (nació el 10 de agosto de 2023), se ha ganado un lugar en los corazones de muchas personas, casi tantas como las que la conocen. SITI es la perrita yorkshire que acompaña a Gerardo a las charlas en los colegios para darle tranquilidad y mantenerlo conectado con el mundo cuando finalizan sus intervenciones, y ahora es también su acompañante en los caminos, el foco de sus caricias, el destino de sus atenciones y su ancla con el mundo consciente.

Pues bien, ayer, cuando empezaba a escribir esta crónica, SITI se me acercó y me pidió que le dejara escribirla a ella. Le dije que sí… y de ahí la pequeña espera.

Esto es lo que ha escrito.

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Cuando Javier me presentó a Gerardo, hace ya 10 meses, me extrañó mucho su forma de mirarme. Lo hacía casi siempre con los ojos cerrados y, cuando los abría, no me enfocaba a mi. Sin embargo, en mi corazón sí que sentía que era a mí a quien estaba mirando. Era una sensación extraña que se acrecentó cuando perdió ese punto de repelús que le daba tocarme. Los perros somos capaces de sentir esas cosas. Es muy fácil notar como una mano llega a tu cuerpo y se separa como si hubiera recibido un calambrazo. No es agradable sentirlo, pero estamos acostumbrad@s a que nos pase. A mucha gente no le gusta tocarnos. Les damos miedo o repelús, pero lo comprendemos. Nadie puede gustarle a todo el mundo; hemos de ser conscientes de ello, y estar preparados mental y anímicamente para que eso no nos afecte. A nosotros tampoco nos gusta todo el mundo. Por eso es tan tremendamente agradable cuando notas que esa mano que primero se separaba, poco a poco va quedándose más tiempo cerca de ti, alargando sus caricias, quedándose pegada a tu cuerpo… Eso es justamente lo que ha sucedido con Gerardo, pero de una forma extrañamente curiosa. Los primeros días, al despertarse, parecía que no supiera quien era yo; era como si necesitara de un tiempo para reconocerme. Sin embargo, conforme íbamos avanzando en la ruta, cada vez le pasaba menos. No sé si tendría algo que ver el hecho de que yo decidiera pasar la noche a su lado, pegadita a su saco de dormir.

Ha sido muy bello ser su compañera. Jamás olvidaré lo unida que me sentí a él ayer por la tarde, durante el viaje de regreso, cuando sonaba en el aparato de música de la furgoneta la canción de Calum Scott. Su forma de acariciarme y sus suspiros. Sentí que se despedía de mí con un «hasta pronto, SITI». Hasta pronto Gerardo. Has sido un buen amigo. Me ha gustado mucho sentir como tu mente y tu cuerpo se iban recomponiendo con el paso de los días y cada vez estaban más conectados con el mundo. Espero volver a verte muy pronto.

Javier me pide que, ya que he empezado la crónica, ahora la termine. No me importa hacerlo.

¡¡Qué curiosos sois los humanos!! Os empeñáis en pegaros una paliza de muerte caminando para llegar de un sitio a otro, siendo capaces de estar 6 horas pisando polvo y piedras, cuando podríais hacer lo mismo en un coche en 20 minutos. Y aún me entra menos en la cabeza que vayáis en furgoneta desde Vigo a Pamplona y, nada más llegar, empecéis a caminar desde Pamplona a Santiago, empujando una sillas pesadísimas en las que lleváis a 2 de vuestros amigos. De verdad, no lo entiendo. Y menos mal que David aún os ayuda moviendo con las manos eso que lleva su silla por delante. Yo al principio no sabía qué era, pero luego vi que, si le dejábais solo, avanzaba haciendo círculos con las manos en esa cosa a la que iba agarrado. Alguna vez me sentí bastante mal por él, porque le veía muy colorado y con cara de estar fatigadísimo; pero era curioso, nunca se quejaba y si le preguntaban, decía que no estaba cansado. Me pareció un humano muy valiente. Por eso me gustaba tumbarme a su lado en la cama por las mañanas, antes de que su hermana Yoli fuera a ayudarle a levantarse. Por cierto, ya que menciono a Yoli… ¡¡qué persona tan maravillosa!! Lo muchísimo que ha cuidado a David y con cuanto cariño (eso los perros lo notamos enseguida). Y no sólo eso, sino la fuerza y la resistencia que derrochó por las mañanas para tirar de su hermano con aquella cuerda que llevaba atada a la cintura. Me he quedado un poco enamorada de ella.

De las demás personas del grupo no tengo nada malo que decir, porque todos fueron muy buenos conmigo. Sí que sentí en algún momento que, de tan cansados que estaban, las costaba ser amables entre ellos, pero a mí nunca me faltó una caricia o un poco de esa comida que me daban a escondidas, que por cierto, estaba todo riquísimo. A veces me daban ganas de morder algún tobillo para que se dieran cuenta de que lo único importante en estas rutas es que los que van en las sillas disfruten y sean felices; que es normal estar cansado y que el cansancio hace que hagamos o digamos alguna tontería, pero que tanto la hace uno como otro, y que hay que ser pacientes y comprenderlo. ¡Que nadie piense que hubo ninguna guerra, eh! Fueron pequeños detalles nada más… y prácticamente todos se perdonaron y arreglaron. Ayer, en la gasolinera de Riós, casi aullo de alegría cuando vi a dos de ellos compartir bocadillo.

He escuchado que los humanos dicen que no está bonito destacar a unos por encima de otros, así que no lo haré, pero estoy seguro que todos ellos saben que …

* Jonathan es un ser de paz y de luz, sufrido hasta lo increíble (qué ganas me dieron de lamerle las heridas de sus pies; hasta a mí me dieron miedo);

* Marga es una trabajadora incansable y serena (me la habría comido a lametones por cuidarme con tanto cariño y limpiarme los ojos con manzanilla). A veces notaba que sus caricias eran un poco tristes, como si le diera pena que quien las recibiera fuera yo y no su propia perrita (que le escuché hablar de Miña con los compañeros);

* Poli es también muy trabajador, y me quiere mucho. Me hace mucha gracia como deja que le pase la lengua por la cara.

* Juan es otro al que se le nota que está acostumbrado a estar con perrillos como yo. Es quizá el más serio, menos cuando salían de paseo por la tarde, que volvía siempre muy contento;

* Iñaky es una gozada. Sus guisos olían de maravilla y siempre me caía algo de extraperlo.

* Celia me quiere y me cuida muchísimo. Siempre quiere llevarme a su cama, pero he tenido que repartirme para acompañar un poco a cada uno. Es la más pequeña del grupo pero ha trabajado un montón empujando las sillas como todos.

Al otro Iñaki he tenido poco tiempo para conocerle, pero me ha parecido que sabía mucho de cómo cuidar a las personas como Gerardo y David y no ha dejado de hacerlo los pocos días que ha estado con nosotros.

De los que se fueron antes ya hablaron en otras crónicas y los perros tenemos la memoria un poco limitada para esas cosas así que sólo diré que me gustaría que volvieran tanto Ángeles como Carlos y Esther. Las 2 chicas son muy buena gente y me dieron mucho cariño. El hombre no me quería bien, pero no se lo tengo en cuenta porque parece ser que en su vida tuvo una mala experiencia con uno de los míos. Una pena. Pero no le guardo rencor. Fue poco cariñoso pero muy correcto. Además, tuvo mala suerte con su carricoche. Escuché que todos le daban buenos consejos y estoy segura de que alguno lo escuchará y que volverá a hacer otro Camino con nosotros.

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Gracias infinitas a El Trigal Panadería Pastelería , Hospital Ribera Povisa y Ribera Grupo Sanitario

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